sábado, octubre 21, 2006

Maneras de escribir

El manido proceso creativo. Todo absurdeces. Escritores que prefieren dejar una frase a la mitad para continuarla al día siguiente, que se levantan a las 6 de la mañana, que se acuestan a las 7, que necesitan escribir en sitios desiertos, aislados, fuera del mundo que pretenden relatar, que escriben en las horas pares y descansan en las impares...

Creo en el fogonazo, en la idea repentina, en la imaginación, en el impulso, en el entusiasmo que no entiende de procesos, si acaso de un mínimo de disciplina. La disciplina es inevitable para escribir, lo mismo que para vivir. Véase Henry Miller y su necesidad de seguir existiendo, de mantener al cien por cien los sentidos en sus amigos bohemios, sus putas, sus bebidas... "o si no, acabarás yéndote a casa a escribir un puto libro".

El problema no es que la vida se inmiscuya en el proceso creativo sino todo lo contrario. Evitar el mal humor, la ansiedad, el miedo al fracaso... Mi receta: escribir otro libro mientras se escribe el planeado. Enviar los planes al carajo, en definitiva. Escribo mucho mejor cuando no me siento obligado. Es curioso que siempre, cuando acabo un libro, en realidad haya acabado dos.

Por eso, Lara, sin saberlo, acierta al llamarme promiscuo -término mucho más apropiado que "prolífico", que se parece peligrosamente a "profiláctico".