domingo, mayo 21, 2006

Esperando a Godot

El extraño público de las salas de teatro, y me refiero a las salas de verdad, las pequeñas, experimentales, las que dejan a los actores a un brazo de distancia de los espectadores. Este sábado, en el Teatro Réplika (curiosamente, el mismo donde recibe clases el Chico Junio), durante el pase de "Esperando a Godot", en concreto la escena en la que Estragón se queda en calzoncillos después de haberse quitado el cinturón.

Están intentando comprobar si soportaría el peso de un hombre colgado de un árbol. Fantasean con el suicidio.Es un momento de tensión con connotaciones cómicas. Lo típico del teatro del absurdo. Se acerca el final de la obra y no es una obra precisamente divertida. No si se escucha, por lo menos.

La sala se ha quedado medio vacía después del entreacto. La Chica Abril y yo sospechamos que el motivo no está en la representación -los actores están más que correctos, la puesta en escena no es espectacular, pero, por lo mismo, tampoco molesta-. Se han ido porque pensaban que la pausa del primer acto suponía el final de la obra.

Los que quedan: en el lado izquierdo, pocos. Al principio, eran mayoría. Ahora sólo queda un grupo de cuatro chicos jóvenes en primera fila -entre ellas una chica con una sudadera a rayas negras y blancas y un bolso verde, que sonríe y comenta al principio hasta que empieza a ponerse seria y a fruncir el ceño y a exagerar la perplejidad y el sufrimiento. Cada vez que un actor se coloca en nuestro ángulo de visión, cruzamos miradas. O, por lo menos, yo hago todo lo posible...

Detrás del grupo hay tres señoras mayores. Se ríen y hablan entre ellas. Cuando llega la escena de los calzoncillos se llevan la mano a la boca y sueltan carcajadas sonoras. Incluso la chica del bolso verde está perpleja. Yo miro a la chica, la chica mira a las señoras, las señoras se ríen de Estragón, Estragón cae al suelo tras comprobar que el cinturón no era lo suficientemente resistente.

Vladimir se lleva la mano al estómago y aprovecha para cerrarse la chaqueta. Queda menos para que la función se acabe.