miércoles, abril 05, 2006

A buen entendedor...

Dicen que estoy más delgado. Es normal, ser un "chico escritor" no es fácil. Menos si el escritor de referencia parece cada vez más Henry Miller.

Pienso en posts sobre el cariño que das y el que recibes como metáfora de todo lo que sucede en el mundo. El error de Beigbeder: escribir un libro sobre el amor. El amor es en sí mismo otra metáfora. Habría que buscar una perspectiva global, pero ¿desde dónde?

Una pegatina en la puerta de salida del autobús: "No blasfemes. No debes hacerlo." Lleva días inquietándome. ¿Estaba escrito en serio? En realidad nada hace pensar lo contrario, salvo lo "fuera de época" del mensaje ¿alguien cree todavía en un mundo moral y religioso que excluye la blasfemia? Si es así, ¿cómo estarán viviendo la caída del mundo que crearon y en el que creyeron ciegamente? Pienso, a veces, en mis abuelos. Me estremezco ante la televisión viendo las caras de los feligreses en una iglesia.

No le doy tanta importancia a la necesidad. Prefiero la creación, sin duda. El único error del "creacionismo" fue, de hecho, colocar en la cima del proceso a Dios. Nietzsche corrigió con éxito. No diga "Dios", diga "el hombre". Todo mundo es un mundo creado. A partir de determinadas necesidades o límites, de acuerdo, pero creado.

La realidad adopta un punto estético a poco que uno se descuide.

"No debes hacerlo". Me parece mentira que aún alguien utilice esa expresión, lo de la blasfemia como caso concreto pasa inmediatamente a un segundo plano. Estoy más delgado y no pienso en los resultados sino en las intenciones. Eso es estética, también.

Mónica me pasó los teléfonos de Juan Cruz y Juan José Millás. Falso. Me pasó los teléfonos de los que podían conseguirme sus teléfonos. Está siendo un trabajo muy duro y no siempre es divertido, pero casi siempre, y eso basta.

Carmelo promete una reseña y se muestra tremendamente amable. No es partidario de las autoediciones y no me atrevo a contradecirle: Todo "auto-..." es una forma de creación y de eso iba este post.

De mí y de mi libro, como todos los demás.